El desierto me ha dado tanto. Me dio la vida pues aquí nací. Me ha dado amor, me ha dado dolor. Me ha regalado la familia más increíble que jamás hubiera imaginado. Las relaciones más profundas de mi vida.
En el desierto me reencontré con mi esencia y despertó mi consciencia.
Extender mis alas me ha costado. Aprender a volar también. Alce el vuelo y caí. Perdiéndome en las nubes oscuras del ego. Alce el vuelo y caí. Estrellada por los rayos de los apegos. Alce el vuelo y caí. Aturdida por los relámpagos de mis miedos. Alce el vuelo y caí, atorándome en las ramas de mis prejuicios…
Alce el vuelo y caí… Y así aprendí a tejer, así aprendí a sanar, así aprendí que sin importar cuantas veces caiga, cuantas veces se me rompan las alas, siempre me podré levantar, siempre podré remendar mis alas. Y cuando estoy sin fuerzas, cuando la tormenta me deja sin energía y no me puedo levantar, sé que siempre llegan los ángeles del cielo y de la tierra y con su amor y su compasión, me comparten de su medicina tejiendo mis alas con hilos de colores.
Así comenzó ahora este nuevo viaje, despertándome de mi ensoñación, estire mis manos y rompí el cascaron de mis juicios y mis miedos. Renaciendo una vez más. Cambie de piel, como la serpiente, sacudiendo todo el sufrimiento y la resistencia. Abrí los ojos, extendí mis alas y volé. Vuelo hacia mis sueños, vuelo hacia lo desconocido, vuelo feliz, vuelo agradecida.
Mi rumbo ahora es hacia el sur, pero llevo en el corazón mi norte, mi desierto, mi Sierra Madre.
Volando libre, yo soy hoy.

caminando-ando, haSiendo mis sueños realidad, paso a pasito, despacito pa’ saborearlos…
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